martes, 25 de septiembre de 2007

mi pie izquierdo

Era una mañana lenta y pesada de sábado. Mi padre dejó las luces del salón encendidas, todas, aquello parecía la casa de Gran Hermano. La tostada, con aceite y jamón ocupaba el centro del plato, aquella ciruela enorme que intentaba rodar por el borde amenazaba constantemente con caerse. Antes de sentarme apagué las luces. Luego, con el plato sobre el que rodaba la amenazanen la mano, serpenteé a través del salón hasta la mesa para desayunar. La mecedora estaba en el sitio exacto y preciso. Pero mi atención no estaba en un mueble enorme como la mecedora sino en una ciruela enorme que rodaba por el borde del plato. El cálculo de espacio de paso falló por solo unos milímetros, pero fue lo justo para que el meñique de mi pie izquierdo se empotrara en la pata de la mecedora. Por supuesto que la ciruela rodó por el suelo, pero eso ya no importaba, lo que importaba era el penetrante dolor, seguido de un resquemor y de una evolución en el dolor que supe reconocer. Me lo he roto. Trabajé toda la mañana, eché la sieta, esperé que se pusiera hinchado y morado como una morcilla de Burgos y solo entonces fui a Urgencias a que me confirmaran lo que ya sabía. Fractura en el meñique del pie izquierdo. Me lo inmovilizaron, me mandaron diez días de reposo y nada, aquí estoy en el curro haciendo reposo.

domingo, 16 de septiembre de 2007

temporada

No sé si las cierro o se cierran. Pero ocurre. Cada ciertos meses o años el mundo se hace mucho más pequeño, cotidiano, personal. Y el campo y el cine y los libros y los paseos solitarios vuelven a ocupar el centro del universo. Los demás son algo lejano, incomprensible, un esfuerzo de entendimiento que me aburre y me abruma. Soy feliz a ratos, con una intensidad que no puedo repetir de otra manera, porque en mi burbuja no hay que proteger sensibilidad alguna y salir al mundo, al contacto con el otro, en cambio, implica inconscientemente una cierta anestesia autoinflingida para soportar la intemperie. No sé cuánto durará, pero si llegáis a verme me veréis ausente, lejano, fuera de lugar en cualquier lugar. Estaré dentro, habré cerrado.

lunes, 3 de septiembre de 2007

fuerza

No le pidas que luche sin tregua, que haga del vendabal de su fuerza un modo de conquista, que soporte el ciclo de los días con su empuje apolíneo. Pidele si acaso una caricia temblorosa, un silencio veteado como corteza de abedul, una entrega sin resquicios y sin gritos. Porque su fuerza no es de esa naturaleza evidente del rayo que truena en la madrugada, del huracán que asola las yemas de los árboles. Su fuerza es más bien como la de la piedra que sirve de base a la columna que sujeta el arco sobre el que descansa la bóveda celeste.
 
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