Haga usted un refrito con Los otros y El espinazo del diablo, agréguele unas gotitas del más rancio cine fantástico de los ochenta a lo poltergeist y le saldrá el orfanato. Esa película tan maravillosa que ahora resulta que va a salvar la cinematografía patria.
No me gusta el cine fantástico ni la literatura fantástica ni los metalenguajes culturales ni los homenajes endogámicos ni los géneros canónicos ni los neo-estilos. No me gustan porque siempre me parecen el camino fácil, trillado. Muchas veces se reviste la cosa de un aura elitista y opaca porque así parece que las metaculturas retroalimentadas de sí mismas son más cultura. Pero en realidad son la nada, un pluff, un pedo, el vacío.
Como el año pasado se nos fue la mejor y dejamos que los mejicanos les colaran a jolibú una castaña casi nuestra envuelta en fantasía, metalenguajes culturales y cine de género, este año hemos hecho la misma perra con distinto collar para colársela nosotros. Pero hasta los tontos aprenden. O no.
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Hace 2 años