lunes, 23 de marzo de 2009

De olvidos

Al ver este fin de semana el comentario de losmundosdeusul, he recordado que nunca posteé el poema de Luis Cernuda cuyo último verso da título a este blog. Es el poema XI del libro donde habite el olvido escrito a principio de la década de los 30 y publicado en 1934.

Siempre me gustó ese poema, tan discursivo y a la vez tan poético, tan cernudiano, en definitiva. Al yo adolescente que lo descubrió por primera vez le conmivió la desesperación del poeta que no era sino mi misma desesperación, pensamientos míos expresados a la perfección con palabras ajenas. Muchos años después volví a encontrarlo y volvió a conmoverme, desde una perspectiva vital y personal completamente distinta. Porque para ser el yo que era había necesitado morir y enterrar esa muerte, olvidar un olvido. Leí el mismo poema pero leí un poema distinto, un canto de rebeldía que lucha por cambiar el mundo, el destino, por enterrar lo malo y abonar con su olvido la tierra que parirá lo bueno, un canto, en definitiva, de futuro.

Ese verso había rondado mi memoria desde que lo leí. El día que decidí abrir un nuevo blog me acordé de él y me gutó como título. Pertenece, además, a un libro titulado con un verso de Becquer de una temática muy parecida a la de éste poema. Me encantó ese juego de espejos, un blog titulado como un verso de un libro titulado como un verso.

XI

No quiero, triste espíritu, volver

por los lugares que cruzó mi llanto,

latir secreto entre los cuerpo vivos

como yo también fui.

No quiero recordar

un instante feliz entre tormentos;

goce o pena, es igual,

todo es triste al volver.

Aún va conmigo como una luz lejana

aquel destino niño,

aquellos dulces ojos juveniles,

aquella antigua herida.

No, no quisiera volver,

sino morir aún más,

arrancar una sombra,

olvidar un olvido.
 
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