Solo unas horas, una tarde, parte de una noche. Un libro, un patio, una ensalada creativa. Una banda sonora de vencejos incansables. Nada más. El tiempo acompasado, acariciante, sin sobresaltos. Y todo lo demás fuera de la noche, de la tarde, del libro, del patio, de la ensalada, de los vencejos. Todo lo demás y todos los demás. Cuánto nececisto una cura de soledad en calma. Más prolongada. Más honda. Para mimarme. Para alejarme temporalmente del infierno. Del infierno que son los otros.