lunes, 17 de marzo de 2008

Marcial

Marcial era un hombre apocado y nihilista más por falta de entusiasmo que de fe, el entusiasmo le pareció siempre un afán agotador. Se sentaba junto al dintel de la puerta de su casa cada tarde, abatido por las altas temperaturas y por el carácter de su mujer y allí esperaba a ver cómo todos los problemas se iban solucionando cuando se cansaban de incordiar. A la hora en que el sol parecía un recuerdo cada vez más remoto y una brisa lejana y desvahída hacía nubes en sus hombros, se solucinaba uno de sus problemas inmediatos, el de las altas temperaturas. Liberado así, de uno de sus abatimientos notaba que el ánimos y la determinación se le recuperaban fastuosamente y se sentía capaz de levantarse, de agarrar la silla con mano firme, de subir el lumbral, y de caminar hasta la habitación, destapar la cama y echarse a dormir. Porque, a pesar de todo, Marcial era un Hércules en potencia.

3 comentarios:

Vulcano Lover dijo...

qué pasaría por su cabeza...

Carlitos Sublime dijo...

Ummm... por tu relato soplan ciertas brisas de García Márquez... ¿Habrá capítulo 2? ;-)

Por cierto, muchas gracias por tu piropo.

Besos

mikgel dijo...

Vulcano: eso lo decides tú.

Carlitos: Pues sí, a veces se me cuela García Márquez por muchos sitios. No hay más que decir, no hay más capítulos.

No es un piropo, es verdad.

 
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