No sé si las cierro o se cierran. Pero ocurre. Cada ciertos meses o años el mundo se hace mucho más pequeño, cotidiano, personal. Y el campo y el cine y los libros y los paseos solitarios vuelven a ocupar el centro del universo. Los demás son algo lejano, incomprensible, un esfuerzo de entendimiento que me aburre y me abruma. Soy feliz a ratos, con una intensidad que no puedo repetir de otra manera, porque en mi burbuja no hay que proteger sensibilidad alguna y salir al mundo, al contacto con el otro, en cambio, implica inconscientemente una cierta anestesia autoinflingida para soportar la intemperie. No sé cuánto durará, pero si llegáis a verme me veréis ausente, lejano, fuera de lugar en cualquier lugar. Estaré dentro, habré cerrado.
4 comentarios:
La introspección nos sobreviene muchas veces sin avisar. Y en esos momentos, lo mejor casi siempre es cerrar por vacaciones una temporada. Ya volveremos...
mugalari: pues sí, son temporadas, aunque creo que esta va a ser corta después de todo. Besos.
Pues... cuando salgas avisa, que nosotros estaremos esperandote. Besos!
ains... que ese tipo de momentos no falten de vez en cuando... a mi me hacen una cura brutal y me devuelven a la vida con las ganas en lo más alto...
besos...
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